La lección más importante que recibí en mi etapa de instituto me la dio un profesor de literatura. Un día hablando acerca de todo un poco, y en un momento en el cuál lo de pensar había pasado a un segundo plano para mí, me hizo replantearme las cosas con una simple pregunta, ¿Quién crees tú que es conservador?. Después de esto, que yo siempre había tenido claro, me hizo pensar cuántos pueden pensar que tienen todo lo que necesitan como para ser conservadores para el resto de su vida.

Yo en estos momentos, veo y creo que no solo no tengo cosas que conservar, sino que parece que cualquier cosa que pueda venir a la fuerza a de ser mejor. Las pocas cosas que me hacían felices cambian sin que yo pueda hacer nada, seguramente tampoco quisiera hacerlo, y no viene nada a cubrir ese hueco... y claro uno ya se harta de esperar que algún día la suerte te deje de dar la espalda y se suelde a tí. Pensando en qué hacer con mi vida, pensando que tampoco le pido mucho... y aún así de lo que le pido no tengo nada de momento.

A esto viene el título del post, normal que con esto tan solo lo pudiera titular historias de un perdedor. Eso sí a peor es difícil que se pueda ir, aunque siempre hay cosas que pueden ir peor por difícil que lo puedas creer.